Como afirman Graham y
McKay-Brown, es la ética que permite a los docentes con herramientas útiles
para hacer una verdadera práctica de Inclusión Educativa, de tal manera que el
aprendizaje de los estudiantes esté basado en los principios de EQUIDAD,
RELEVANCIA y SOSTENIBILIDAD. Dicho aprendizaje debe estar enmarcado en ciertas
condiciones, como son: CALIDAD y ACCESIBILIDAD, en la habilidad de los docentes
para fomentarla y en la capacidad de los alumnos frente a la información y la
tecnología.
El Aprendizaje Sostenible está
teniendo auge en la sociedad contemporánea porque la diversidad en los
estudiantes es muy vertiginosa. Corresponde, entonces, abordar permanentemente
las dimensiones de este aprendizaje: Aprendizaje para todos, Enseñanza
Significativa y Aprendizaje Perdurable. Solo así, la educación sería
integradora y estaríamos en la capacidad de hablar de una verdadera inclusión
en el campo académico.
En nuestro país, a lo largo de
las décadas, se han venido realizando prácticas de Inclusión. En años
anteriores, se habló de integración, pero esta última se limitaba a integrar al
sistema escolar a los discapacitados o niños y jóvenes con necesidades
educativas especiales. En la actualidad, nuevos paradigmas sobre este tema
exigen mayor preparación de todos los actores educativos para que se comprenda
que la Inclusión es modificar el currículo, adaptar a esos alumnos al sistema
regular y emplear estrategias idóneas para que el aprendizaje sea
individualizado y llegue a TODOS.
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